22:30 del viernes 24 de marzo, auditorio del Kursaal, en Donosti. La sala prácticamente se viene abajo, virtual y literalmente. Mientras el retumbar de los tambores se te va saliendo lentamente de los huesos y unos cuantos empiezan a dirigirse a las salidas, el resto del público parece no cansarse de aplaudir.
Acaba de terminar el concierto de Kodô y una palabra en boca de todo el mundo lo resume: impresionante.
Han sido 2 horas absolutamente sobrecogedoras. 11 piezas de lo más diferentes con un elemento en común, el taiko (o tambor en japonés), en sus múltiples y variadas formas. Taikos que emiten sonidos desde leves murmullos apenas audibles que crecen progresivamente hasta ser un poderoso retumbar que hace vibrar el edificio entero, para detenerse en un instante y dejar el auditorio inmerso en un repentito y abrumador silencio, más poderoso aun que los propios tambores. Intercalados, bellísimos temas tocados con 3 xilófonos de bambú y delicados temas vocales con un ligero acompañamiento de koto y kokyu, para dar a continuación paso nuevamente al poderoso sonido de los enormes o-daiko o a la alegría de la música de los matsuri.
Y no solamente es un espectáculo auditivo. Visualmente resulta igualmente impresionante. La sincronización perfecta de los tamborileros, tocando a velocidades endemoniadas, los movimientos meticulosamente coreografiados, el simple y efectivo uso de la iluminación para destacar elementos. Todo ello junto a la música conforman un espectáculo en el que difícilmente se pueden separar sonido e imagen.
Poder disfrutar de esto en primera fila, con los tambores a apenas un par de metros de distancia, tiene que ser algo indescriptible. Desde luego seguro que merece los 25 euros que costaba la entrada de esas localidades (lástima que ya estuviesen agotadas cuando me enteré).
Increíble, impresionante, sobrecogedor, abrumador. Algo que solo se puede disfrutar en directo. Ahora los discos de Kodô que tenía por aquí casi me parecen una mierda. Incluso con el mejor equipo de sonido, escucharlos ahora es como matarse a pajas después de haber echado el polvo de tu vida.
En fin… Solo queda esperar que alguna vez vuelvan a pasarse por aquí.
Acaba de terminar el concierto de Kodô y una palabra en boca de todo el mundo lo resume: impresionante.
Han sido 2 horas absolutamente sobrecogedoras. 11 piezas de lo más diferentes con un elemento en común, el taiko (o tambor en japonés), en sus múltiples y variadas formas. Taikos que emiten sonidos desde leves murmullos apenas audibles que crecen progresivamente hasta ser un poderoso retumbar que hace vibrar el edificio entero, para detenerse en un instante y dejar el auditorio inmerso en un repentito y abrumador silencio, más poderoso aun que los propios tambores. Intercalados, bellísimos temas tocados con 3 xilófonos de bambú y delicados temas vocales con un ligero acompañamiento de koto y kokyu, para dar a continuación paso nuevamente al poderoso sonido de los enormes o-daiko o a la alegría de la música de los matsuri.
Y no solamente es un espectáculo auditivo. Visualmente resulta igualmente impresionante. La sincronización perfecta de los tamborileros, tocando a velocidades endemoniadas, los movimientos meticulosamente coreografiados, el simple y efectivo uso de la iluminación para destacar elementos. Todo ello junto a la música conforman un espectáculo en el que difícilmente se pueden separar sonido e imagen.
Poder disfrutar de esto en primera fila, con los tambores a apenas un par de metros de distancia, tiene que ser algo indescriptible. Desde luego seguro que merece los 25 euros que costaba la entrada de esas localidades (lástima que ya estuviesen agotadas cuando me enteré).
Increíble, impresionante, sobrecogedor, abrumador. Algo que solo se puede disfrutar en directo. Ahora los discos de Kodô que tenía por aquí casi me parecen una mierda. Incluso con el mejor equipo de sonido, escucharlos ahora es como matarse a pajas después de haber echado el polvo de tu vida.
En fin… Solo queda esperar que alguna vez vuelvan a pasarse por aquí.
2 comentarios:
Cagon mi sombra. Mira que coincidir con una jodida cena a la que me habia comprometido ir. Esto era una conspiración judeomasonica de esas. Joooooderrr!!! A ver si vuelve a ver si T___T.
Ya vesss... Pa una vez que hay algo de esto por estos lares, cada uno a lo suyo... Ufete tb "tenia que currar"... Pues le hubiese molado un huevo, sobre todo ahora que anda con eso de tocar la bateria y tal...
Por cierto, la ultima vez que estuvieron por aqui creo que fue como hace 10 años o asi... Espero que la proxima no tarden tanto... :3
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