lunes, 25 de septiembre de 2006

El fin de una era

Esta mañana tenía la noticia en el buzón de correo, vía la lista de distribución del departamento: la máquina sigx02 ha muerto y no hay intención de repararla.

Esto no tendría mucha importancia (realmente no la tiene, si no es uno en el fondo un nostálgico, pero bueno) si no fuera por que la sigx02 era la última máquina Silicon Graphics que quedaba en funcionamiento en el departamento. Una venerable SGI O2 que esperaba su jubilación definitiva haciendo de servidor de ficheros después de haber sido sustituida hace unos años en el laboratorio de visión artificial por unos más nuevos, potentes y, sobre todo, baratos PCs.

Y es que pocos ejemplos hay tan espectaculares como el de Silicon Graphics para ver lo poco firmes que son las posiciones dominantes en un mercado tan competitivo y tan constantemente en frenética evolución como el tecnológico. Una empresa que hace apenas 10 años lo era prácticamente todo en supercomputación, pionera en las aplicaciones gráficas, y su simple mención evocaba la imagen del “maquinón” por excelencia, el que todo geek que se preciase quería poder ver, tocar y manejar al menos una vez en la vida (recuerdo perfectamente la primera vez que entré al laboratorio y me encontré con aquellos dos SGI O2 en la mesa). Una marca que fue íntimamente unida a la explosión de la era de los efectos especiales digitales y del cine en animación 3D hoy acaba en bancarrota, victima entre otras cosas de baratos clusters Linux gracias a la producción en masa y barata de componentes informáticos de consumo y de los gamers, capaces de poner un par de 7950 GX2 duales en SLI para poder jugar al FEAR a tope en sus fantabulosos TFTs de 24”, que han impulsado un mercado que ha dejado literalmente fuera de juego a SGI.

Aunque hay otros, valga el caso de SGI como ejemplo a cualquiera de las grandes empresas del sector del momento: por mucho que te parezca que estas en una posición inamovible, nunca sabes por que derroteros te va a llevar este mercado y te puedes encontrar dentro de dos días sin negocio y con un montón de acreedores en la puerta.

Y es que “el final de una era” en este mundillo significa poco más que un pequeño paso más en su evolución que, de hecho, pasa bastante a menudo…

martes, 19 de septiembre de 2006

Koi Kaze

Una de las cosas que más me gusta del anime, y de coleccionarlo compulsivamente en forma de fansubs que en su mayoría no llegaré a ver en la vida, es que de vez en cuando te llevas alguna que otra grata sorpresa.

Un día te pones a ver una serie por el simple hecho de que estaba grabada en el mismo DVD que esa otra serie que querías ver… y resulta que esa serie olvidada y/o desconocida te sorprende, te cautiva, y te gusta más que aquella otra que en principio te morías de ganas por ver.

Y eso es lo que me ha pasado más o menos con Koi Kaze, sumándole el hecho de que es una de esas series que me gustan por tener una temática totalmente fuera de lo común.

Y es que si sueltas el argumento de sopetón, es la bomba. Básicamente: Koshiro, un tipo rondando los 30 que está pasando por un momento de bajón emocional, conoce a una colegiala quinceañera de la que se enamora, para descubrir que dicha colegiala es nada más y nada menos que su hermana pequeña, doce años menor, y a la que hacía más de 10 años que no veía.


Ahí es nada. Incesto y pederastia, todo por el precio de uno. Empieza fuerte, ¿eh?

Usualmente ese podría ser el argumento para algún temible culebrón venezolano o algún ridículo bodriete cómico en plan Onegai Twins, pero por suerte nada más lejos de la realidad.

Me ha gustado mucho como se lleva la historia. Una historia de “amor prohibido”, tratada de una manera completamente seria y llena de sensibilidad. Pero también sin escatimar detalles escabrosos, como el deseo sexual de Koshiro por su hermana y la culpabilidad y remordimientos que eso le crea. La constante lucha interna que sufre entre sus sentimientos y lo que considera “correcto”, su responsabilidad como hermano.


Personalmente, no creo que se pueda considerar que la serie justifique o aliente una relación incestuosa, pero desde luego si que plantea colocarte en una situación conflictiva. Te muestra lo que hay, y te pone en el brete de ver si te ves con derecho, si eres capaz, de juzgar a los protagonistas por buscar su felicidad, en contra de algunas de las más establecidas reglas sociales. Todo un dilema que, al menos a mi, se me ha planteado muy seriamente.

Quizá no sea un argumento extraño en el mundo del manganime (posiblemente se cuenten a cientos los dojinshis y videojuegos con esa temática) y Japón (a veces parecen un poco obsesionados con eso), pero también seguramente Japón sea el único sitio donde son capaces de hacer una serie de animación así y de esta manera.


Por lo demás, la serie no destaca en ninguno de sus aspectos técnicos, con una animación de segunda fila y una banda sonora que pasa desapercibida. Pero con una buena historia, bien llevada, ¿a quién le importa?

Para terminar, si lo tuyo son las series shonen puro en plan Naruto y cosas así, huye de ella como la peste. Si te gustan los dramas con buenas historias, en plan Kimi ga nozumo eien, no deberías perdértela.

martes, 5 de septiembre de 2006

No soy friki

Hace un rato viniendo en el autobús camino del curro, en un momento dado he sido consciente de algo:

1.- Llevo una bolsa con un montón de chapas de animes enganchadas.
2.- Llevo una camiseta de Appleseed.
3.- Estoy escuchando en el mp3 la BSO de Noir.
4.- Estoy leyendo la novela de "La melancolía de Haruhi Suzumiya".

No soy friki, no que va...

PD: Hace mucho que no escribia... Pereza, pereza...